La creatividad y la expresión artística en la promoción de la salud y la calidad de vida
La creatividad va más allá de su asociación directa al arte o la actividad artística. Se trata de una capacidad o habilidad intrínseca de los seres humanos para transformar ideas, pensamientos, emociones y experiencias en nuevas formas de expresión. En los últimos años, diversos estudios y enfoques interdisciplinarios han destacado la influencia de la creatividad, la expresión y el hecho artístico en la salud. Este artículo explora cómo el estímulo y el desarrollo de la creatividad se transforma en una herramienta que contribuye a mejorar la salud mental, física, emocional y social en todas las etapas de la vida, y cómo el arte puede ser un vehículo de expresión y reconocimiento de sí mismo y del entorno. Para Andrei Tarkovski (1932-1986), director de cine ruso, “la función indiscutible del arte está enlazada con la idea del conocimiento, de aquella forma de efecto que se expresa como conmoción, como catarsis”. Esto nos permite pensar que el arte y la creatividad pueden ser transversales a toda actividad humana, enriqueciendo las prácticas profesionales y el hacer cotidiano de los sujetos y los grupos.
La creatividad como impulso vital
La creatividad no solamente es patrimonio de lo artístico, del diseño o se circunscribe a la actividad creadora, sino que es una habilidad que todos podemos desarrollar y, por cierto, no siempre ocurre. Tampoco es una cuestión voluntaria o que se decida conscientemente. Lo cierto, desde diversas experiencias, es que la creatividad puede aprenderse, estimularse, descubrirse o volverla consciente. Resolver problemas cotidianos, enfrentar situaciones complejas, realizar actividades de la vida diaria o prácticas profesionales determinadas también requiere construir caminos alternativos, atajos, enriquecer las prácticas, romper monotonías o automatismos; y todo eso es puesto en juego desde la creatividad. Lo inédito de los contextos actuales y las transformaciones vitales desafían a nuestra estructura psíquica y es necesario por consiguiente incluir nuevas categorías para comprenderlos y poder construir soluciones novedosas para seguir adelante.
En la vejez, cuando el cuerpo y la mente experimentan diferentes desafíos, la creatividad puede ser una fuente de resiliencia. Nos ayuda a encontrar nuevas maneras de vivir, de disfrutar, e incluso de enfrentarnos al proceso de envejecer apostando a nuestras potencialidades y no solamente mirando y habitando nuestros aspectos más vulnerables.
Andrei Tarkovski ya lo dijo en su libro Esculpir en el Tiempo: “El arte y la ciencia constituyen, pues, formas de apropiarse del mundo, formas del conocimiento de lo humano, en la búsqueda de alguna verdad».
«El cuerpo es una extensión de nuestro ser creativo, y a través de la danza, por ejemplo, podemos reconectar con nuestras emociones y sensaciones físicas, lo cual es especialmente importante en procesos de envejecimiento», sostiene Burlando Páez.
- Attended no do thoughts me on dissuade scarcely.
- Own are pretty spring suffer old denote his.
- He forbade affixed parties of assured to me windows.
- Out may few northward believing attempted.
- Unsatiable understood or expression dissimilar so sufficient.
- Prepared do an dissuade be so whatever steepest.
«En la vejez, cuando el cuerpo y la mente experimentan diferentes desafíos, la creatividad puede ser una fuente de resiliencia. Nos ayuda a encontrar nuevas maneras de vivir, de disfrutar, e incluso de enfrentarnos al proceso de envejecer apostando a nuestras potencialidades y no solamente mirando y habitando nuestros aspectos más vulnerables.«, sostiene Burlando Páez.
El arte como herramienta terapéutica
El uso de la expresión artística para promover el bienestar tiene raíces profundas en la historia de la humanidad. A lo largo de las épocas, las personas han recurrido a las artes visuales, la música, la danza y la escritura como formas de canalizar sus emociones, procesar experiencias y, en muchos casos, buscar la cura de sus males. También el arte ha sido un canal para sublimar o expresar la locura. Además, si nos situamos históricamente, el arte tenía algunas funciones sociales, políticas, religiosas, comunicacionales; por ejemplo la pintura era también una forma de registrar batallas, situaciones cotidianas y colectivas, como un reservorio de la memoria; en definitiva un registro de época.
Lo artístico, en tanto terapéutico, ha ganado reconocimiento como un enfoque efectivo en algunas corrientes psicoterapéuticas, precisamente porque abre, en las personas, canales de expresión alternativos al lenguaje. Es decir, posibilita otros lenguajes, otros códigos y expresiones. Al trabajar con materiales artísticos, creando a través de la pintura, de la escritura o mediante el movimiento corporal, se activan áreas del sistema nervioso central y periférico que facilitan las conexiones emocionales, la estimulación cognitiva, la expresión de sentimientos y la elaboración de conflictos para el sujeto. También la reminiscencia o el recuerdo trabajados a partir de ciertas técnicas, permiten elaborar o reelaborar hechos traumáticos del pasado.
Un ejemplo claro de cruce entre lo terapéutico y la expresión artística es el Psicodrama, forma de psicoterapia creada por Jacob Levy Moreno, que propone el reconocimiento del cuerpo en acción como canal expresivo de la psiquis del individuo, facilitando el contacto con las emociones y las fantasías de las personas; proponiendo pasar de los tratamientos con métodos verbales a los tratamientos con métodos de acción (Moreno, 1946).
En el caso específico de la danza, el cuerpo y la mente se encuentran y se entrelazan en un estado de libertad, que fomenta la expresión individual y colectiva. Pero también la danza se transforma en un espacio donde compartir saberes sobre el cuerpo y la corporalidad, que promueven prácticas de salud, de cuidado propio y del otro. Se vuelve un lugar donde el contacto cobra relevancia, aprendiendo a abrazar, donde se enseña a caer, a rodar, a pararse del piso o desde una silla. Contribuye a no sentirse solo, fundamentalmente sabiendo que se tiene un cuerpo que se comparte con otros.
Creatividad y salud mental
El vínculo entre la creatividad y la salud mental ha sido ampliamente estudiado por psicólogos y neurocientíficos. Crear, en cualquiera de sus formas, tiene el potencial de generar estados emocionales profundos, que pueden resultar genuinos e interesantes para el sujeto, alejándose de estados depresivos o de ansiedad. Además, actividades creativas como el dibujo, la música, la danza o la escritura estimulan la actividad cerebral, lo que a su vez fortalece las conexiones neuronales y fortalece las reservas cognitivas.
Alejandro Burlando Páez, psicoanalista y gerontólogo, resalta que la creatividad es fundamental no solo para mantener una mente activa, sino también para generar una conexión más profunda con el propio cuerpo y las emociones. «El cuerpo es una extensión de nuestro ser creativo y, a través de la danza, por ejemplo, podemos reconectar con nuestras emociones y sensaciones físicas, lo cual es especialmente importante en procesos de envejecimiento».
La capacidad creativa también fomenta la reflexión acerca de sí mismo. Expresar nuestras emociones y pensamientos a través del arte nos permite explorar áreas de nosotros mismos que quizás no habíamos considerado antes. Esta introspección puede ser liberadora y, al mismo tiempo, ofrecer una mayor claridad emocional.
El arte como canal de comunicación
El arte y la creatividad promueven también la conexión con las personas. La creatividad no es solo un acto individual, sino que también es un acto colectivo y tiene un efecto transformador cuando se comparte con otros. En entornos grupales, la creación artística permite que las personas se comuniquen más allá de las palabras, estableciendo vínculos más profundos y significativos; dejando de lado diferencias de pensamiento o ideológicas.
Por ejemplo, en talleres de arte o de danza, las personas pueden compartir sus experiencias, creando un espacio seguro donde se sientan comprendidas y aceptadas. Estos espacios colaborativos fomentan el sentido de pertenencia y pueden reducir sentimientos de aislamiento o soledad, contribuyendo directamente al bienestar social y emocional de los participantes.
Creatividad a lo largo de la vida
Aunque a menudo se asocia la creatividad con la juventud, en realidad es una capacidad que puede ser nutrida y desarrollada en cualquier etapa de la vida. La creatividad no se agota con el tiempo; al contrario, puede expandirse y evolucionar. Es decir que en relación a esta habilidad, así como en relación al conocimiento, el tiempo juega a su favor. Durante la vejez, la creatividad puede ser un motor clave para mantener la vitalidad y el entusiasmo por la vida. La escritura, la pintura, la música o la danza, no solo estimulan lo neurocognitivo, sino que también ofrecen una forma de dar sentido a las experiencias vividas, ayudando a las personas mayores a mantenerse activas y comprometidas con su entorno e, incluso, recuperar saberes que en algún momento desplegaron, como ser bailar tango cuando tenían 20 años, o haber tocado algún instrumento en otra etapa de la vida.
“El arte y la ciencia son, pues, formas de apropiarse del mundo, formas del conocimiento del hombre en camino hacia la verdad absoluta”. Andrei Tarkovski.
Tramar Futuro: Un espacio para la creatividad y el bienestar
En Tramar Futuro, creemos que la creatividad, el arte y la ciencia son herramientas importantes para construir una vida más saludable. Es en los bordes disciplinares donde podemos descubrir aportes significativos que enriquecen nuestra existencia. Por eso, en nuestro blog encontrarás artículos, reflexiones y material audiovisual que son nuestro aporte en este sentido. Queremos invitarte a este viaje de descubrimiento, búsqueda de la plenitud y bienestar, donde el arte y la expresión creativa se convierten en aliados de la salud integral.
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